En muchas ciudades alemanas hay monumentos y placas conmemorativas en homenaje a hechos históricos y personajes famosos. A menudo se trata de personas que son recordadas como héroes. También suele haber monumentos que recuerdan los horrores de las guerras. Entre los monumentos más conocidos de Alemania se encuentra el Hermannsdenkmal cerca de Detmold: la estatua más alta del país que recuerda la victoria de los pueblos germánicos sobre los romanos hace más de 2000 años. Muy famosa es también la estatua de Goethe y Schiller en Weimar y el monumento al Holocausto en Berlín. 

¿Te han llamado la atención unas pequeñas placas de latón incrustadas en las aceras? Estas cuadrículas metálicas se denominan Stolpersteine (en alemán "piedras para tropezar") y están pensadas para que, al "tropezar" con ellas, la gente se pare a pensar. Con este proyecto, el artista Gunter Demnig quiere rendir homenaje a las personas que vivieron en esos lugares marcados por las placas y que fueron deportadas y asesinadas por el nacionalsocialismo. Eran judíos, gitanos, perseguidos políticos, homosexuales, minusválidos.

Esta forma de memoria histórica fue ampliamente debatida; algunas ciudades y varios estados federados se pronunciaron en contra de colocar estas placas.