¿Cómo reaccionaría Harry si llegase, sin previo aviso, al carnaval de Colonia? Supongamos que llega a la estación central de Colonia por la mañana del jueves, Weiberfastnacht, el primero de los seis días del carnaval. Todo está repleto de gente disfrazada y festejando: son tanto lugareños como turistas. Forman una colorida masa de payasos, brujas, osos, piratas y otros personajes de fantasía. Dejándose llevar por la multitud, Harry llegará al Altermarkt, el centro medieval de Colonia. Allí, apretujado, podrá vivir la inauguración del carnaval a las 11:11 horas.
En medio de esa colorida muchedumbre, Harry se sentirá un alienígena porque no lleva disfraz. A su alrededor, la gente bailará, cantará en Kölsch (el dialecto de Colonia) y agarrada del brazo de los otros –conocidos o extraños, da igual- se moverá al ritmo de la música. Y beberá cerveza. Durante el carnaval es normal entablar rápidamente conversación con desconocidos. Tal vez alguien le compre una cerveza a Harry, es posible que acto seguido otra persona lo tome del brazo y el traponiano comience a balancearse al ritmo de la música. No se descarta que, entretanto, Harry tenga ya una idea del disfraz que quiere llevar para unirse a la gran fiesta durante los próximos cinco días.