“Mit 66 Jahren, da fängt das Leben an, mit 66 Jahren, da hat man Spaß daran“, reza un éxito alemán de finales de los años 70 del siglo XX. Razón no le falta: entre los 65 y los 67 años, para buena parte de los alemanes termina la vida laboral. La mayoría (aunque, con mucho, no todos) comienza a disfrutar de su vida de pensionista, gracias a la seguridad económica que les ofrece el sistema de pensiones y el de salud.
La esperanza de vida en Alemania, en promedio, ronda los 80 años. Muchas personas en edad avanzada ya no pueden lidiar solas su día a día y necesitan asistencia. Además no siempre tienen familiares que vivan cerca y puedan o quieran ayudarlos. Para esos casos hay diversas ofertas de asistencia: Betreutes Wohnen, por ejemplo, significa que uno puede vivir de forma independiente en un piso adaptado funcionalmente y, además, puede hacer uso de determinados servicios para la tercera edad. En un Seniorenheim, sus inquilinos tienen una habitación privada, pero de los cuidados y del sustento se encarga la residencia. En un Pflegeheim se encuentran las personas que requieren cuidados médicos permanentes.
El cambio demográfico en Alemania –es decir, que cada vez haya mayor cantidad de personas de la tercera edad- plantea grandes desafíos. Por esta razón abundan las ofertas de trabajo en este sector.