Harry llega a Colonia en tren. Pero, sumido en su bucle temporal y en lo que tiene que hacer para salir de donde está atrapado, no ve la monumental catedral de Colonia, emblema de la ciudad, junto a la estación central. Con sus 157 metros de altura, es la tercera iglesia más alta del mundo y uno de los lugares más populares de Alemania. En 1996 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad. El camino hasta allí fue largo: se colocó la primera piedra en 1248 y tuvieron que pasar 600 años, hasta que, en 1880, se finalizara oficialmente. En tiempos convulsos se usó como establo y almacén. La estructura se vio dañada por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, y en la actualidad se siguen reparando los daños. La contaminación ambiental también le pasa factura.
A la catedral se la llama cariñosamente “la obra perpetua”: la restauran, la reparan, la renuevan. Uno de los últimos ejemplos: el vitral diseñado por el artista colonés Gerhard Richter en 2007 para una una ventana de 113 metros de altura. Que su costo ascienda solamente a 370.000 euros, se debe a que el artista no cobró nada. Las numerosas figuras de piedra en las fachadas exteriores de la catedral son muy interesantes: entre ellas hay demonios, ángeles y criaturas míticas. También se puede ver a John F. Kennedy en una mecedora, a un jugador del popular club de fútbol de la ciudad y a un constructor de la catedral con el móvil en la mano. ¿Harry querría verse tallado en piedra en la catedral de Colonia?