En Alemania se toma cerveza. Y también vino. Pero es verdad, en comparación a la cerveza, la “bebida nacional”, el vino se consume relativamente poco; es decir, poco más de 20 litros por persona al año. En Alemania se cultivan más de 100 variedades de uva. Las más famosas son la Spätburgunder para el vino tinto y la Riesling para el vino blanco. En ningún lugar del mundo se cultiva el Riesling con tanta intensidad como en Alemania. Esta variedad ocupa en el 20 por ciento de las superficies cultivadas y produce los vinos más premiados. Sin embargo, muchos alemanes desconocen la región vinícola más septentrional de la república: se encuentra en Mecklemburgo-Pomerania Occidental y tiene una superficie de poco menos de cinco hectáreas.

Probablemente Harry disfrutaría más de una especialidad local: un Eiswein, vino helado, o quizás un Trockenbeerenauslese. Para el vino de hielo, las uvas se cosechan y prensan en invierno a temperaturas bajo cero, lo que da como resultado un vino muy dulce y concentrado. Para el Trockenbeerenauslese se cosechan bayas secas, casi convertidas en pasas. Seleccionadas a mano, de estas uvas salen pequeñas cantidades de una bebida muy aromática que puede ser almacenada hasta 100 años, conservando todo su sabor.  Para los que, como Harry, están atrapados en un bucle temporal, esta bebida es un buen consejo.